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Cientoseis trivia #2: En cientoseis.es hay dos estaciones en todo el año: Día en mafia y Noche en mafia.

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Taponazos, Golpes y etc...

Iniciado por Sertori0, 12 de Junio de 2008, 17:50

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Mr Winters

Número uno: Cuando tenía seis años, iba corriendo por la calle. Yo todo feliz corría, ignorando las advertencias de mi padre. "¡No corras!", me decía. Yo seguí corriendo, con la mala suerte de pisar una tabla de madera que tapaba un agujero que había en la calle (estaban en obras). La tabla se rompió, yo tropecé, y caí con la buena puntería de aterrizar con mi rodilla izquierda sobre un clavo que había en el suelo.

Consecuencias: Rodilla abierta, rótula visible y sangre, mucha sangre.

Número dos: Un caluroso día de no sé qué mes de 2007. Clase de gimnasia. Salto de altura. Una colchoneta rectangular grande y azul para amortiguar la caída después del salto. Una cuerda por listón.

CitarJimmy se prepara para saltar. El listón está en 1,60 m. Empieza a correr. Se acerca al listón, salta, gira en el aire, pasa el listón, pero...¡Oh dios mío! Salta con tanta fuerza y velocidad que se pasa de largo la colchoneta. Cae al suelo. Choca con unas tablas de madera oportunamente apoyadas en la pared.
...
Esperen, parece que está vivo. Va a levantarse. Oh Dios, las tablas de madera le caen encima. Creo que pueden empezar a preparar la lápida...


Consecuencias: Gafas rotas, tajo en la barbilla y en una ceja, mareo que duró una hora, más o menos, y dolor de cabeza que duró todo el día.

Y debe haber más pero ahora no me vienen  :\


Sandman

#41
Esto es algo que presencié pero no llegué a participar.

Era por la mañana, clase de gimnasia en un antiguo colegio público de la periferia de Madrid. Un grupo de ruidosos alumnos de entre siete y ocho años se agolpan en torno a algo. Dado que son mis compañeros y quiero estar al tanto, me acerco al círculo para ver qué pasa. Asombrado, contemplo a cuatro de los más fuertes empujando a un quinto, el más pequeño, en el hueco que dejaba una gigantesca colchoneta verde entre ella misma y la pared. La colchoneta era una de estas de cuatro metros por cuatro metros y más o menos 1 metro de espesor, que requería a toda la clase para moverla y que sólo se usaba en las raras ocasiones en que nos hacían trepar la cuerda. Una vez introducido el alumno pequeño en la cavidad, al más bruto y estúpido se le ocurre que será más divertido si uno se queda sujetando al pequeño dentro mientras los otros tres empujan desde el otro lado para aplastarlo. Sin más dilación y antes de que aparezca el profesor, se disponen a realizar tan amena tarea. Los tres forzudos, empujan desde la izquierda mientras nuestro diminuto coleguilla, gracias al cual las torturas no me caían a mí, intentaba liberarse empujando la colchoneta desde el otro lado. En un momento dado, el chico pequeño, al fallarle las fuerzas cede y deja de empujar. En ese momento, los forzudos, saboreando ya la victoria incrementan la fuerza del empuje. Con lo que no contaban es con que la arista superior de la colchoneta colisionaría con la pared violentamente, y rebotaría hacia atrás de la misma forma (gracias al colega Newton) La multitud ahogó un grito. Alucinados, contemplamos cómo la colchoneta había decidido cambiar de orientación y ahora se cimbreaba sin saber muy bien hacia dónde caer. Los forzudos titubeaban, no sabían bien si empujarla o sencillamente dejar que ella sola decidiera su suerte. Pero la colchoneta estaba sedienta de sangre de niño, y al contemplar aquellos mancebos acojonados que dudaban y tardarían en reaccionar, se abalanzó sobre ellos con todo su gran peso y la velocidad que su amiga la gravedad le proporcionaba. En una fracción de segundo y con gran estruendo, la colchoneta impactó contra el suelo descargando todo su peso. Después del fuerte sonido, apareció el profesor preguntando qué había pasado, y sólo pudo ver al enano tronchándose de risa y la colchoneta gigante tirada en el suelo. Cual no sería su sorpresa al comprobar que de debajo de la aparentemente inerte colchoneta salían gritos de dolor, amortiguados por el gran peso que los acallaba. En ese momento y pese a la posible muerte de alguno de los chavales, comenzó una carcajada general. Supongo que tras haber padecido alguno de sus abusos y gracias a la inocencia infantil, todos teníamos algún motivo para sentir alegría en ese momento, notar como si la providencia nos hubiera aportado justicia. Y al final no fue tanto, un poco de sangre, algún hueso roto, pero los muchachos salieron de aquella y aprendieron una lección que no olvidarían. Después de lo ocurrido y de forma gradual; fueron perdiendo su condición de matones, que más tarde acabarían por heredar otros.
Blog novela, con zombies:


Mr Winters



Cucu

:lol:

Yo una vez borracho me cai por el margen de un bancal.

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