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Tropas hispano-francesas se dirigen a recuperar Gibraltar. Es vergonzoso que los británicos lleven allí ya cuatro meses.

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Tres Bragas (la novela de mi padre)

Iniciado por Sandman, 29 de Mayo de 2008, 20:30

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Sandman

CAPÍTULO TERCERO
DULCE


Agustín guardó silencio.  Su historia  era un drama, un auténtico drama.  Lo  compadecí.  Lo  compadecí, sinceramente.  Me  dio lástima. ¡Cómo debe de sentirse uno en situación   semejante!
No  pude evitarlo  y eché  una ojeada.   Rápida, fugaz,  ni medio segundo, el  tiempo  preciso para contemplar el rostro  de aquel hombre maltratado por  aquella cruel  Azucena.  En sus  ojos parecía  estar a punto de brotar el llanto.
Por mi parte, me lo estaba pasando de primera viéndome como un as del disimulo.  ¡La estaba gozando con esos dos!.  El manhatan, sorbito a sorbito, estaba ya mediado a esas alturas de la noche.
-¡Bah!, ¡bah!  -exclamó Federico-.   Bobadas, Agustín, eso no son más que  bobadas.  Que  te encontraste una  loba, bien,  bien...  ¿Qué pasa por ello?   En el mundo hay unas cuantas  lobas, demasiadas.  Esa tal Azucena  no es la única  que se come  a los tíos, ni  mucho menos. ¡Bobadas, hombre, eso no son más que bobadas!
-Es que no se movía en absoluto -dijo Agustín.
-¿El qué no se movía en absoluto?  -inquirió Federico.
-El pene  -repuso el  otro-.  Se quedó  paralizado, completamente inerte.
-¡Pero hombre de  Dios!  -desesperose el bajito-.  ¿Es  que no te das cuenta  de que  tratabas con una  enferma?  ¡Fuera  complejos!  Ya decía yo que eso de la impotencia cerebral o intelectual era un camelo que  tú  te traías.   ¡Vaya!.   Y  francamente,  si  te basas  en  esa historia, si  ese es el fundamento  que tienes para decir  que hay que prescindir de la mujer, que ni siquiera  se las debe desear y, en fin, toda esa monserga de la impotencia intelectual, esa paja mental que tú te  haces,  me  parece,  ¿qué  quieres que  te  diga?,  me  parece  un fundamento pobrísimo para  tus teorías.  No tienen  ningún sentido tus conclusiones, Agustín,  perdona que  te lo diga.   De esa  historia de  Azucena  cualquier  otro (cualquiera  en  su  sano juicio),  extraería exclusivamente la siguiente conclusión: "Debo prescindir del trato con zorras".  Esa  es la conclusión lógica,  y ninguna otra cosa  más.  De algo  tan concreto  como  la existencia  de una  tía  zorra, no  puede derivarse  ninguna norma  que afecte  al trato  que debe  darse a  las mujeres en general.  Ni tampoco se deduce nada acerca de la naturaleza dañina de la fémina.  Y es que estás tú como los escritores cristianos famosos  del siglo  tercero como  ese tal  Tertuliano o  ese Orígenes. Seguro que esos y tantos otros  que hablaron en contra de las mujeres, seguro que se  habían encontrado con tipas como la  Azucena de marras. O parecidas.   Les dio  por decir  que las  tías eran  poco menos  que demonios llegándose  a cuestionar si  tendrían alma o no  la tendrían. Pero mira  Agustín, amigo, ahora  ya hemos  tenido un Sigmund  Freud y tipos así, sabemos que algunas mujeres están enfermas y que les gustan los  pitos más  que a  un tonto  una tiza.   Son la  excepción y,  por terrible  que  sea la  experiencia  de  encontrarse  con una  de  esas excepciones, insisto en que ,  la única conclusión que puede obtenerse es la misma que  ya nos decían nuestras madres: "Hijo  mío, no te líes con una zorra".  Eso nos decían.   Lo sabían Tertuliano y Orígenes, lo  saben nuestras madres,  y lo sabe todo  el mundo.  Lo que  te pasó con esa fulana, no  justifica en absoluto todas esas  majaderías que dices sobre impotencias cerebrales, intelectuales, impotencias voluntarias y cosas así.  Tranquilízate pues, Agustín, y no hablemos más del asunto.
El bajito terminó   el  entusiástico   discurso  evidentemente satisfecho de  sí mismo  (las últimas  frases habíanse  pronunciado en tono  triunfal).  Pidió  otra cerveza.   Le imitó  Agustín.  Y  por mi parte, aprovechando el inciso, terminé el manhatan. Encendí un cigarrillo. Para el  renueve de la  copa no  hacía falta hablar  con Ernesto. Bastaba una seña y él entendía.   Manteniendo en el aire la vacía copa con la mano izquierda, golpeé el cristal con el dedo índice de la mano derecha  repetidas  veces.   Con  la cabeza,  Ernesto  asintió.   Como siempre, el barman había entendido.  Muy bien.
Aquellos dos me tenían impresionado con eso de Minos, de Pasifae, lo  de Tertuliano  y ese  otro fulano,  ese tal...   ¡vaya!, no  había logrado  retener  el nombre  de  ese  individuo.   Era algo  así  como Primero, Fundamento, o algo por el estilo, no podía recordar.  ¡Ah!  , ¡Orígenes!  Eso era, el fulano  del siglo tercero se llamaba Orígenes, seguro.
Ernesto  atendió primero  a  mis vecinos  y  luego, viniéndose  a situar delante mío  (naturalmente del otro lado de  la barra), comenzó la preparación  del nuevo manhatan.   No me dio  palique y casi  no se movía.   Me  pareció demasiado  hierático,  tanta  solemnidad y  tanto silencio, tanto quietismo, constituía una actitud rara en aquel hombre  cuyo sentido de la eficiencia incluía dirigir unas pocas palabritas al cliente que se disponía a servir.
Hacía  rato que  venía observándole.   Ernesto, en  contra de  su costumbre de pasear de un lado  a otro vigilando qué copas se quedaban vacías, contra  su costumbre digo,  se había plantado unos  dos metros más allá de la pareja de charlatanes  y no se movía.  Comprendí que él también  estaba atento a la conversación de aquellos dos de mi derecha. No solía  hacerlo, no lo hacía  jamás.  Este entretenimiento no  se lo permiten los auténticos profesionales de la barra, y Ernesto lo era de primera clase.  Pero, en aquella ocasión, era evidente, Ernesto estaba escuchando.  Discretamente, sí, pero escuchaba sin perderse ripio.
Algunos parroquianos se habían ido ya  (era muy tarde, más de la  una de  la madrugada,  una buena  hora para irse  a dormir),  pero, la mayoría de  los que aún  apurábamos las últimas  copas de la  noche en aquella cervecería, curiosamente, nos  apiñábamos en la barra mientras que  el  resto del  local  se  hallaba prácticamente  vacío.   Observé entonces que el  silencio era general y que  cualquier cliente situado próximo  a  la  barra  (si   ese  fuera  su  deseo),  podría  escuchar perfectamente a esos tipos sin mayores problemas de audición.

(esto en primicia para cientoseis, aparecerá en ogame más tarde)
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Thylzos

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Creo haber dejado claro mi opnión.

Gracias freyi *.*


Cita de: Gambit en 26 de Enero de 2010, 10:25
Follar cansa. Comprad una xbox 360, nunca le duele la cabeza, no discute, no hay que entenderla, la puedes compartir con tus amigos...

Sandman


-Todo eso que  dices está muy bien, pero no  me convence -tomó la palabra Agustín después de darle un largo trago a la cerveza que tenía delante.  El bajito le  imitó con la suya, yo le  seguí con un sorbito  de mi renovado manhatan-. Sí, sí,  todo eso está muy bien –prosiguió Agustín-, muy bien,  si no hubiera ocurrido lo de  Dulce.  Sí, también yo me  limitaría (sin  plantearme ninguna  duda), a  decir que  con no salir con mujeres liberadas (o  si lo prefieres, con mujeres ligeritas de cascos, que  viene a ser lo mismo), entonces,  todo resuelto.  Pero es  que no  se trata  de eso,  no se  trata sólo  de prescindir  de las
liberadas, se trata de prescindir  de todas las mujeres, prescindir de todas ellas -porfió temoso Agustín-.  Y ahora, si te parece, Federico, escucha lo que tengo que contarte y luego me dices si tengo razón o no la tengo.
-De acuerdo, soy todo oídos -aceptó  el bajito la propuesta de su amigo.
"Pues bien -inició  el relato el alto y  elegante Agustín-, Dulce era  y es  una mujer  de bandera,  o mejor   una muchacha  de bandera porque,  actualmente, no  pasará de  los  veintitrés años  de edad  y cuando sucedió lo que voy  a contarte, tendría apenas veintiuno recién cumpliditos".
-Te   estás    volviendo   mayor,   Agustín    -apuntó   Federico interrumpiéndole-.   Ni   en  los   peores  momentos  de   crisis,  de enamoramiento  feroz,  incluso  en   momentos  de  profunda  depresión nerviosa, jamás he empleado esos  términos cursis para referirme a una mujer.  Los calificativos como  "cariñito", "preciosa", "bomboncito" u otros por el estilo me estomagan.  ¡Sí, son estomagantes!  Pero si eso de "dulce"  lo dices por amor,  o si lo dices  porque caballerosamente pretendes  ocultar  el  verdadero  nombre   de  la  joven  (sería  una casualidad,  pero podría  suceder que  yo  la conociera,  tú eres  muy aficionado a  las camareras y a  las criaditas y tú  y yo frecuentamos los mismos bares  y las mismas casas),  en fin, sea por  amor, sea por discrección, sea  como sea, te  ruego prescindas de  esas cursilerías. Llámala "X"  o dale cualquier  nombre imaginario, haz lo  que quieras, pero no vuelvas a decir eso de "dulce".  ¡Me pone malo!
-Es que se llama Dulce -replicó el alto.      -¡Eh!  ¿Dulce?   -el bajito estaba asombrado-.   ¿Qué demonios de nombre es ese de Dulce?  No lo he oído en mi vida.
-Dulce Nombre de María -aclaró Agustín.
-¡Ah!,  ¡ah!  -exclamó  Federico,  apresurándose  a añadir-:  Muy bonito, muy bonito nombre.
-Mira,  el nombre  es lo  de menos  -se defendió  el alto  por si acaso-.  ¿Qué importancia tiene eso?
-Ninguna, ninguna...
-Pues entonces, déjame seguir y no me interrumpas a cada paso.
-Está bien, continúa tu historia -concedió el bajito al otro.
Agustín ordenó sus ideas.  Luego, dijo
"Era morenita, muy bien de formas,  con todo lo que hay que tener para alcanzar la  cúspide de la belleza femenina.   Quizás, si hubiera que buscarle  algún defecto, yo  diría  que  las formas aún  no estaban  hechas del todo  no teniendo aún la solidez que  adquieren en la mujer de alrededor de  treinta años.  Pero todo muy durito,  muy bien, en la justa medida.  Si tuviera que hacer una más ajustada descripción de la espléndida  anatomía de  Dulce, quizás  lo mejor  sería establecer  un paralelismo  entre   ese  cuerpo  magnífico  y   una  fruta  tropical, selvática, fresca  y jugosa, una fruta  aún sin el dulzor  de la fruta madura pero ya sabrosa, muy sabrosa.   Se trata de una comparación muy utilizada,  lo  sé,  hasta  manida,  pero  en  mi  opinión  se  ajusta perfectamente al caso.  En cuanto a su personalidad...  ".
-¿Cuándo celebra el santo?  -quiso saber Federico.
-No lo sé -fue la seca respuesta de Agustín.
-¡Ah!  -exclamó el otro-.  Debe de celebrarse el día de la virgen de Agosto, el quince.     
-Puede ser.  No lo sé...
El timbre  irritado de voz que  empleó Agustín para decir  "no lo sé",  me hizo  temer que  la conversación  se terminara  en ese  justo momento.  Para mi tranquilidad, el bajito se disculpó presuroso.
-Perdona -dijo-,  es que jamás antes  había oído ese nombre  y me tiene intrigado.   Continúa, continúa, no volveré  a interrumpirte, lo prometo.
Agustín continuó el relato en el punto donde lo había dejado:
"En cuanto  a su personalidad  y carácter -dijo-, para  un hombre que, como  yo, acabara de  pasar por la  dura prueba y  humillación de caer en las garras de una ninfómana como Azucena, la mentalidad limpia y pura de aquella linda niña habría supuesto (como lo supuso para mí), un  sentirse renovado,  el frescor  reconfortante de  una suave  brisa marina,  la posibilidad  del reposo  espiritual, la  liberación de  la vergüenza y, sobre  todo, la posibilidad de volver  a enamorarme.  Era la oportunidad de olvidar el oprobio que supuso en mi vida el episodio   con Azucena.
La conocí en  la Facultad de Económicas,  durante una conferencia que di sobre organización de empresas -explicó Agustín-.  Me invitaron a dar una conferencia dentro del  cursillo de organización de empresas que   se  hace   todos  los   años.   Pagan   espléndidamente  a   los conferenciantes.   Concretamente,  yo  tenía   que  hablar  sobre  las ventajas y  desventajas del organigrama jerárquico  en comparación con el organigrama  funcional y,  básicamente, informar  a los  alumnos de cómo la  moderna técnica de gestión  empresarial denominada "dirección por objetivos"  ha venido a  eliminar la vieja controversia  entre los defensores y  detractores de uno  y otro organigrama.  Fede,  no somos muchos los  economistas expertos  en este interesantísimo  problema de gestión  empresarial y, menos aún, en España en donde apenas un pequeño grupo  nos   interesamos  por   investigar  sobre   estas  importantes cuestiones.
En fin, el caso es que soy amigo del catedrático de la asignatura de Contabilidad General, un tipo que  es la mano derecha del decano de la facultad, que me conoce y que le habló de mí al decano.  Por eso me llamaron al cursillo, porque como ya te he dicho, soy una autoridad en materia de organigramas, ¿sabes, Federico?, una autoridad mundial.
Federico no dijo nada.  De dos cosas, una: o no lo tenía por una tal autoridad  científica mundial o  no quiso interrumpir otra  vez el discurso.  Fuese como  fuese, Agustín, no le dio tiempo  al amigo para confirmar  o negar  su  petulante afirmación.   Continuó hablando  sin detenerse.  Decía:
"...  Sí, sí,  ciertamente, un coñazo de conferencia  que hay que preparar, pero bien  pagado, eso sí.  Lo que yo  no podía imaginar era que también  iba a enamorarme.   El día de  la conferencia comí  en la Facultad en compañía de mi amigo y con el decano.  Mi amigo es un tipo majete, pero el pelmazo del decano  es un individuo de esos felizmente casados que no paran de hablar de  la mujer y los hijos.  La comida no es muy  buena en  la Facultad, pero  casualmente, había  albóndigas de  segundo  plato y  las albóndigas  me  privan.  ¡Qué  quieres, me  puse morado!  ¡Riquísimas!  Luego me  encontraba pesadísimo.  La verdad, no sé qué les  pusieron.  Entraban bien, pero al  digerirlas se hinchaban en el estómago.   Me dieron náuseas.  Me encontraba fatal  y con ganas de vomitar.   Pero, en  fin, ahorraré  detalles sobre  este nauseabundo tema.
     Después de comer, nos dirigimos al aula donde había de celebrarse el seminario y donde  yo tenía que dar la charla.   Allí, el calor era de  mil pares  de demonios.   Me  sorprendí, mejor  dicho, me  molestó profundamente que  el aula  estuviera abarrotada  de público,  no sólo porque la masa  humana aumenta la temperatura ambiente (y  ya venía un tanto sofocado), sino  porque muchos estudiantes tienen  la puta manía de  preguntar al  final de  la  conferencia en  el turno  de ruegos  y preguntas,  y,  cuantos más  estudiantes  haya,  más preguntas  hacen. Tienen  la absurda  esperanza de  que se  les conteste.   Es algo  muy desagradable.
Pero  vayamos al  grano.   Dulce estaba  allí,  en primera  fila. Morenita como ya  te he dicho, mollar, guapetona,  sanota, las piernas cruzadas y con  minifalda, en fin, una ricura de  chavala.  Me fijé en ella, pero, Fede, créeme, no fue ni por lo mollar, ni por lo guapa, ni por lo sana, ni por los poderosos  muslos ni nada de eso.  La salsa de las albóndigas me  repetía en la boca, así que  no estaba para dejarme llevar  de  esa  clase  de  emociones.   El  cerebro  las  rechaza  de inmediato.   Lo  que me  llamó  la  atención  nada  más verla  fue  lo interesada que parecía estar en lo  que yo decía y la manera frenética de tomar  apuntes.  Ese  día no  estuve especialmente  brillante.  Más bien, el recuerdo de las albóndigas me impedía desarrollar el tema con soltura haciéndolo  interesante para  los allí presentes.   Pero ella, como loca, consumía hojas y hojas del grueso bloc de notas que apoyaba sobre  el  muslo.   Mucho  me  temí que,  al  acabar,  aquella  morena minifaldera me freiría a preguntas.     Finalizada la charla, me encontraba  mareado, al borde del vómito, así que, con cierta aspereza, comuniqué a los alumnos:
"Con estas últimas observaciones,  podemos dar por finalizada la conferencia y  les ruego  que cualquier  pregunta que  quieran ustedes hacer, la formulen por escrito y se la  entreguen al señor decano, aquí presente.  Tendré mucho  gusto en contestar a todas  ellas también por  escrito."

(de nuevo, primicia para cientoseis, ahora les pongo la entrega anterior a los de ogame)
Blog novela, con zombies:


Thylzos

Jodeos Ogamers  >_<. Por ahora Agustín es el mejor (no influye para nada que sea mi tocayo), espero que tu padre me lo cuide.

Gracias freyi *.*


Cita de: Gambit en 26 de Enero de 2010, 10:25
Follar cansa. Comprad una xbox 360, nunca le duele la cabeza, no discute, no hay que entenderla, la puedes compartir con tus amigos...

pat garret

bueno ya pase al grupo de los privilegiados que ven antes esta gran novela :D

salu2

jmgdixcontrol

muchas gracias, de nuevo, por esta primicia ^^:

Sandman

#27
Pensé que con eso sería  suficiente para desengañarlos.  Nadie se interesa  seriamente  (y  menos  aún  un  alumno  de  la  Facultad  de Económicas),  en  saber   si  los  organigramas  más   fetén  son  los jerárquicos o  los funcionales.  Nadie  en su sano juicio  pregunta en sus ratos libres por estas cosas, a  menos claro está, que uno se gane la vida con ellos dando conferencias.
Así, cuando  a las dos semanas,  más o menos, recibí  una gruesa carta remitida por el decano conteniendo las dudas de los estudiantes, mi asombro  fue mayúsculo.   Y todavía fue  mayor cuando  comprobé que todas  las preguntas  las remitía  una  única persona,  una tal  Dulce Cueto.  Eché un vistazo al  contenido de las preguntas.  Aquella Dulce quería saberlo todo acerca de los  organigramas y lo mismo le daba que fueran jerárquicos  o funcionales,  lo preguntaba  todo.  Su  ansia de saber  era  infinita,  viciosa.   No sólo  preguntaba,  también  pedía bibliografía.  Debía tratarse de una aberrada.
Me puse en  contacto telefónico con el decano.  Conocía  a la tal Dulce Cueto teniéndola por una de  las mejores alumnas de la Facultad. El decano me dio a entender que  no le había gustado que suprimiera el coloquio final  de la conferencia.   Según dijo, él nunca  antes había asistido a  una conferencia  en la  que no hubiera  turno de  ruegos y preguntas.  El turno  de ruegos y preguntas es algo  que todo el mundo espera que se  produzca al final de una conferencia.   Le constaba que algunos alumnos  habían pretendido preguntar, pero  yo, suprimiendo el coloquio, les  había impedido el  hacerlo.  Yo debía entender  que era perfectamente  comprensible que  quedaran dudas  sobre el  tema, sobretodo, teniendo en  cuenta que habiéndose estimado una  duración de dos horas,  más o  menos,  yo había  sólo consumido  un  tiempo de  veinte minutos escasos.  Sí, sí, no le  cabía duda sobre este extremo, Veinte minutos, los había medido.
     En veinte minutos no se agota un tema como el de los organigramas jerárquicos y  funcionales.  Eso  sí, él reconocía  que me  había dado prisa en el desarrollo del asunto, pero, de todas maneras, pensaba que me había dejado  muchas cosas sin decir.  Y que  había estado muy poco concreto.
En estas circunstancias, era normal que surgieran dudas, ¿no?      Y luego  me amenazó.   Me dijo que  casualmente todavía  no había dado  la orden  al  banco con  el  que trabaja  la  Facultad para  que transfirieran a mi cuenta de la  Caja de Ahorros los honorarios que me debían.   Un ligero  descuido,  un descuido  fácilmente subsanable  si existiera buena  voluntad por ambas  partes, Sí, eso dijo,  le entendí perfectamente:  "buena voluntad  por ambas  partes".  Eso  fue lo  que dijo.
Sí, sí, consideraba muy  importante no defraudar las expectativas de  una alumna  de esas  características, sobresaliente  en todas  las asignaturas.  Comprendía que eran  muchas preguntas, pero quizás podía resolverse todo por teléfono.
Sí,  el padre  de esa  chica era  un personaje  importante en  el círculo  de  empresarios,   un  pez  gordo  de   la  Confederación  de Organizaciones  Empresariales,  de  hecho   era  presidente  de  dicha organización en la Comunidad de Castilla León.
Sí, le  daría mi número de  teléfono a la señorita  Dulce Cueto. ¿De acuerdo?   Entonces, todo  arreglado.  En  seguida me  llegaría el dinero.  No había problema.  Ninguno."
Agustín hizo una  pequeña pausa para darse un  trago de cerveza, Federico  ya había  repuesto  la suya  y yo  aún  estaba empezando  el segundo manhatan.  La  bebida larga tiene sus  ventajas.  Ellos bebían cerveza confiados,  una tras  otra y  acabarían mal.   Yo, escasamente dispondría del  tiempo suficiente  para acabar  el manhatan  que tenía delante,  el   segundo  manhatan  de   la  noche.   Me  Iría   a  casa perfectamente  sobrio.  Había  que  reconocer  que últimamente  estaba aprendiendo a  beber.  Sí,  desde la  separación había  adquirido gran experiencia en esto de controlar la bebida alcohólica.
"Pasada una semana desde mi conversación telefónica con el decano  -era otra vez Agustín-, al volver  a casa al mediodía, me encontré una nota sujeta  por un imán  a la puerta  del frigorífico, lugar  éste de intercambio de  mensajes con Lurdes,  mi joven asistenta.   Dependo de esos mensajes pues  no paro en el apartamento, pero,  ¡gracias a Dios! Lurdes  es profesor  mercantil  y lee  y  escribe correctamente.   ¡Es listísima!  Temo perderla algún  día cuando encuentre trabajo, aunque, por ahora, si  las cosas siguen así  en este país, no  hay peligro, lo del paro no tiene arreglo.
En fin, Lurdes me había dejado una nota:
"Le ha llamado cuatro veces la señorita Dulce Cueto."
Luego,  Lurdes apuntaba  un  teléfono de  siete  cifras.  No  se indicaba ningún prefijo provincial, así que el teléfono era de Madrid.      Te confieso, Fede,  que en un primer momento,  hice repaso mental de los nombres de mis amistades femeninas en busca de una Dulce.  Como había recibido  el dinero de  la conferencia a  los cuatro días  de mi conversación  con el  decano,  para nada  me  acordaba del  compromiso adquirido con respecto a esa señorita.      Aquel día había tenido una mañana regular, de modo que la idea de que  una mujer  se  acordara  de mí  me  reconfortaba fuertemente,  La vanidad del corazón humano es inmensa, tú lo sabes, Federico.  además, habían  pasado más  de tres  meses  desde el  asunto de  Azucena y  me encontraba plenamente repuesto de  aquella vergonzosa aventura.  Desde entonces no había  vuelto a salir con  ninguna mujer y ya  era hora de rectificar esta actitud uraña.
Del repaso  mental no salió  nada.  Ninguna Dulce aparecía  a lo largo de  mi vida.  Es  Dulce un  nombre lo suficientemente  raro como para que  no se le olvide  a uno.  No  es por dármelas, Fede,  pero de haber  figurado en  la nota  de Lurdes  nombres como  Taticia, Carina, Vanesa  o Patricia  y otros  que aún  no siendo  de mi  generación, de haberse  tratado   de  alguno  de   estos,  yo  lo   habría  recordado inmediatamente.  Seguro que sí.  ¡Perfectamente!.   . Pero lo de Dulce era extraño, No  lograba recordar a ninguna Dulce.  Y  no concebía que alguien pudiera tener semejante nombre.   Claro que podía ser un error de Lurdes...  Nada, nada, no conocía a ninguna Dulce.
Entonces recordé la conversación con el decano, la velada amenaza acerca del talón no transferido aún,  viniéndome de súbito a la cabeza el nombre de  la estudiante cuyas estúpidas preguntas  se contenían en la carta  remitida por aquel majadero  del decano.  Ahora ya  tenía el dinero en mi cuenta corriente, pero la posibilidad de que me volvieran a contratar para el año que viene dependía de que dejara satisfecha la curiosidad de esa  Dulce.  Porque Dulce era precisamente  el nombre de la  chica interesada  en los  organigramas jerárquicos  y funcionales. Ahora recordaba el nombre perfectamente.

(Pues eso, más primicia xD)
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Thylzos

Por fin consigo leerlo sin que me estén molestando ¬¬. Esto se vuelve interesante  :wiiiiii:. Cuando puedas, sigue.

Gracias freyi *.*


Cita de: Gambit en 26 de Enero de 2010, 10:25
Follar cansa. Comprad una xbox 360, nunca le duele la cabeza, no discute, no hay que entenderla, la puedes compartir con tus amigos...

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