El gran hilo de postear tus historias de rnierda (literal)

[bax]

Semana santa del año pasado, viaje de fin de curso en Alemania.
Yo y mis colegas estamos en un pequeño pueblecito llamado Heidelberg, hace frío y cae una suave llovizna. El lugar es tan bello como sencillo. Casitas bajas con grandes tejados, calles coloridas y tiendas con espectaculares escaparates llenos de chocolates, juguetes, figurillas de madera y osos de peluche de todos los tamaños. Vagamos por el pueblo; entramos en las tiendecitas, saludamos a los viandantes y turistas y subimos y bajamos por las suaves cuestas del camino, embrujados por la magia que nos rodea. Finalmente llegamos a la plaza del pueblo, que se abre en frente del ayuntamiento y cuyo reloj central tiene unas curiosas figuras que se golpean cómicamente cada hora.

Decidimos refugiarnos, y vemos una pequeña cafetería en uno de los extremos de la plaza que no está del todo llena. Entramos, y un simpático y grande bávaro nos saluda desde el otro lado de la barra. Tomamos asiento en una mesa y pedimos chocolates calientes. El mio me sabe a gloría, y me  arrejunto con mis colegas. Charlamos largo rato y en cierto momento, siento la llamada de la naturaleza. Pregunto por el baño, y me indican que se encuentra al final de unas estrechas escalerillas de caracol. Asciendo y empujo la puerta, con la esperanza de que esté libre.

La puerta se abre. El baño es pequeño y limpio y su techo cae hacia las paredes, haciéndome ver que estoy justo debajo del tejado. Hay una pequeña ventana en la parte central, que abro, con curiosidad. Me asomo y veo la calle trasera de la cafetería, una calle sencilla que baja hacia la vía principal y desde donde se pueden  ver muchos tejados del pueblo. Me quedo atontado mirando el paisaje, cuando mi cuerpo me manda un nuevo mensaje de aviso. Recuerdo la razón por la que he subido al baño y me siento en el váter, mientras escucho los tranquilos ruidos de la calle de abajo que entran por la ventana ligeramente abierta.

Lo que ocurre a continuación no lo puedo explicar. Es algo místico, espiritual. No se cuanto tiempo me quedo ahí, sumergido en el gozo que liberan mis endorfinas mientras hago lo mejor que se hacer, cagar. Puede que el hecho de que cuando viajo me estriño contribuyera, o que tanto chocolate caliente me sentara mal. No lo se. Lo único que se es que, con apenas 18 años aquel día solté el mejor cago de mi vida y que siempre recordaré aquel momento como una verdadera experiencia vital.

Quiero leer vuestras experiencias vitales, si es que habéis tenido alguna.
El mejor cago, el mejor polvo o la vez que conocisteis a David Copperfield, me da igual. No hace falta semejante tocho.
Revivamos offtopic.

[MiGUi]

Nadie que ha follado alguna vez pondría como mejor experiencia de su vida el haber cagado.

[bax]

Joder, una hora después solo hay un post, que decepción.

Migui, el hilo va sobre tus experiencias estrafalarias, no sobre tu mejor experiencia.  Para eso lo habria abierto en el consultorio sexual.

Ah, y tienes razón, yo no follo.

Yo hago el amor.

[MiGUi]

Ah, es que leer esto:

"Título: Experiencia vital
"El mejor cago, el mejor polvo o la vez que conocisteis a David Copperfield, me da igual. No hace falta semejante tocho. ""

Me confundió. Pensé que el título versaba sobre mejores experiencias vitales.

[bax]

Ya, pero ese cago no es lo mejor que me ha pasado en la vida, es simplemente un momento guardado en mi memoria.

Si así te vas a quedar tranquilo le cambio el nombre al hilo, que no me importa.

[Gilles]

Ver la noche de Costa de Marfil, las estrellas eran impagables, vivas, centelleando en la distancia...observando cómo miles de costamarfileños se mataban entre ellos y nosotros no podiamos hacer nada para evitarlo, oyendo los disparos de los fusiles en la distancia...me marcó mucho estar allí.

[YoYo]

Es realmente asqueroso, normal que no responda nadie

[bax]

Y 2girls1cup también, y mira que bien les va.

[Bill]

Pues no voy a poner mi experiencia vital y tal, visto que realmente el tema es un truño (literalmente...) pues hablaré de mi experiencia truñal.

Corría el año 1996. Yo era un jovencito de 20 años que acababa de emanciparse, compartiendo piso con dos fumetas, practicando grandes experiencias como "vamos a cerrar puertas y ventanas, fumar porros y jugar a la play 2". Por aquella época estaba mejorando mis secretos culinarios con famosas recetas como "spagettis con tomate del cutre y latita de atún" o "lasaña precocinada de meter en el horno y sacar ardiendo", y un sábado me dió por practicar algo más complicado, así que de cena hice macarrones boloñesa con queso gratinado, y por experimentar me hice unas natillas de estas rápidas con un total de 2 litros de leche. ¡Joder! ¡No sé qué tengo con la canela, pero en cuanto se la echo a algo lo trago con afán (abstenerse pollas, gracias)! Así que me cené los macarrones, y cucharada a cucharada fui trasegando los 2 litros enteros de natillas con bien de canela.

Así se activó mi explosivo interior. Yo era una bomba de relojería a falta de un detonador que me hiciese estallar, pero no podía faltar a mis compromisos sociales y era sábado, así que me duché, afeité, peiné, desodorante al sobaco, encoloniada, y una rafaguita al miembro, que también se lo merece. Ahí estaba yo engalanado con mis colegas en un antro llamado "O aguillón", con las natillas llegando a mi esófago, pero ávido de emociones.

- Un litro de kalimotxo con mora.

Sí, lo sé, es una mariconada lo de la mora pero a mí me gusta. Y ahí vino el camarero con un vaso de plástico que contenía la pieza que faltaba a mi química interior. Un sorbito, dos sorbitos, tres sorbitos... glub glub. Y limpiarse la boca con la manga al terminar.

El efecto no fue inmediato, y nos dió tiempo a llegar a la ciudad vieja. Pero se ve que un litro de un compuesto con vino cutre y cocacola no se lleva bien con 2 litros de lácteos. Lo noté venir. No era como normalmente, ese perrete de campo que asoma la nariz avisando que quiere salir. Esto era un alud, que amenazaba con arrasar todo el terreno que pillase por delante. Entré en el primer pub que vi, y justo fue bajar el pantalón y el gallumbo, que salió la primera ráfaga. Sentía tal calor en el culo que pensaba que estaban marcando mi esfínter a fuego... pero había que aguantar y apretar... y pobre del que entrase después al baño. Entre sudores... cogí papel. Con lo que necesité para limpiarme podría haber presentado un proyecto de fin de carrera.

Salí y no me encontraba bien. Sudores fríos, mareos, movimientos espasmódicos de tripas... y avisé a uno de mis colegas, Nacho, para que me acompañase a por un taxi. Tuvimos que hacer dos paradas antes de llegar a la parada, una de ellas en un pub gay (juro que no llegaba) con él vigilando la puerta (la cual no tenía pestillo) para cuidar de mi virginidad. Todavía recuerdo los gritos:
- ¡Joder! ¡Vigila que no entre nadie que quiero seguir virgen! - Gritaba entre sollozos.
- ¿Qué clase de gay psicópata querría entrar en tu culo precisamente hoy? - Escuchaba la voz de Nacho desde el otro lado.

Al final llegué a casa sin más novedad en el frente... pero con una experiencia más en la vida.

[El Brujo]

Hay cagadas que por el apretón, porque vas cargadísimo o por lo que sea te quedas mejor que con un polvo (depende del polvo claro)

El Brujo