Te detiene un ruganita en la puerta

- ¿Quién eres y qué quieres?

- ¡Ohh, por fin! Mi nombre es Aakav Jyotsna y soy un humilde servidor de Brishna, que su prístina luz nos ilumine y no nos abandone jamás. He viajado desde mi amada Sirocitria por todo el mundo con una misión muy importante, sí; fui desde la aldea de Pathgna hasta Narath Masik, que está precioso en esta época, y luego crucé el río Ckambetwa y me quedé unos días en un pueblecito a sus orillas, pero me tuve que ir porque la comida era horrorosa y acabé contrayendo... bueno, qué voy a decir, cuando iba a hacer mis cosas era todo agua que olía a brea y no era nada agradable, lo pasé mal ciertamente. Estos templos maravillosos, ¡y maravillosos de verdad! Mire qué formas, qué proporciones, qué... qué todo, rezuman luz. Bueno, pues son la última parada de mi cansado viaje y ya era hora, porque no sabe usted lo fatigoso que ha sido el recorrido, el estado de los caminos es lamentable, alguien debería tomarse la molestia de empedrarlos como Brishna manda, ¿sabe que incluso me he planteado hacerme con un bastón? Y no soy uno de esos que lo portan por aparentar, no, ¡que yo llevo mucho servicio a mis espaldas! No le deseo a usted un viaje semejante, no, en absoluto, aunque que quede claro que lo he realizado con mucho gusto, toda labor que yo pueda hacer por Brishna es poca... pero no puede ser, ¿dónde están mis modales? Perdóneme. ¿Usted cómo está?

Por el gesto de su cara, Aakav afirmaría con toda rotundidad que cualquier persona que le hubiese escuchado y le estuviese viendo sabría que realmente estaba interesado en saber cómo estaba ese ruganita sin importarle nada más. Excepto el propio Aakav.

- Bien, hermano. Estoy bien. ¿Qué quieres?

- Pues visitar los templos, por supuesto. No sé cuanto tiempo me quedaré aquí en Majapiedra, pero esos días que esté tengo una misión que cumplir y necesitaré hablar con nuestros hermanos de fe, hacer unas comprobaciones en la biblioteca, ese tipo de trabajo pesado pero que alguien tiene que hacer porque, en fin, tal vez es un tema delicado de tratar pero han habido rumores de... bueno, no debería tampoco, me avisaron de que no debía alarmar a nadie pero... en fin, se dice que no en todos los templos es tan impetuosa la convicción de servir al bien y la justicia, ¿¡qué disparate verdad!? Que hay algunos sitios en los que nuestros hermanos están perdiendo el fervor inquebrantable y la fidelidad a la jerarquía que nos ha caracterizado siempre dicen, ¡ja! Impasibles ante la tormenta, impertérritos, inquebrantables, irreducibles, in... bah, yo sé que son habladurías de campesinos y de herejes, estupideces. Pero alguien tiene que comprobar que son estupideces, y aquí estoy yo, y aquí estás tú, fervorosos hasta el límite, fieles, inquebrantables, impasibles ante la tormenta, impertérritos, im... bueno, se está haciendo un poco tarde y ya que tengo trabajo que hacer cuanto antes me encantaría empezar presentándome ante los demás servidores de Brishna, su llama nos proporcione calor, protección y guía eternamente. Ha sido un auténtico placer charlar contigo, hasta la próxima vez que nos encontremos...

Y palabras y más palabras que pronunciaba mientras había empezado a encaminarse hacia la entrada del templo de Brishna.

Qué amplio todo, cuánta luz. Qué bonito. Esto es un convento y no lo de Pathgna -reprimí una ligerísima risa-. Bueno, aquí habrá que hablar con alguien, a ver...

Busco al hermano más cercano y me acerco a él para saludarle.

- Buenos días, estoy buscando a Mireas Boadwesh, ¿sabe usted dónde podría hablar con ella?